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Český Krumlov,crónicas,Mitteleuropa
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Český Krumlov
Český Krumlov
Unas pocas líneas para un diamante. Claro que se merece más; me disculpo por la brevedad y me consuelo sabiendo que se quedará conmigo para siempre.
Ya estamos en la República Checa y, en algún sentido, me parece recuperar algo de Budapest, no porque se le parezca, sí porque esta pequeña ciudad de Bohemia, del siglo XIII, nada tiene que ver con Viena, no es impecable, no dice aquí estoy yo. En cambio, nos va preparando los ojos y el alma para recibir a Praga. Siempre hay un río que nos espera, pero no cualquier río, sino el Moldava o Vltava. ¿Acaso existe algún ser humano que sea inmune a la fascinación que provocan estos ríos europeos? Nunca dejo de preguntarme cuál es la percepción de los que viven en estas ciudades tan hermosas y tan ajenas a nuestra cotidianeidad; qué marcas dejan en sus vidas. Lo primero que puedo observar es que disfrutan y viven el río. La mayor parte del año, unos diez meses, están sometidos a un frío impiadoso, así que ahora no se pierden ni un minuto de sol: los vemos echados en reposeras o en el pasto. También vemos a los que se largan con los cayacs; a nosotros eso nos provoca escalofríos. Caminamos por las calles zigzagueantes y estrechas, pasamos por la casa en donde nació Jan Neruda, el poeta nacional del cual Pablo Neruda tomó el apellido para su seudónimo. Seguimos hasta el castillo y palacio Hrad a Zámek, gótico, con agregados barrocos y rococó; nos asomamos al foso de los osos, seguimos por los jardines. Más adelante nos encontramos con un museo dedicado al austríaco Egon Schiele y nos enteramos de que vivió un tiempo en esta parte de Bohemia. Me encanta la serie de pinturas de mujeres: Abrazo, Mujer con medias verdes, La soñadora… Se va haciendo tarde y no queremos ser descorteses con Praga.
Gabriela Frontini
Sábado 21 de julio de 2012
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